En el Parque Gandhi de izquierda a derecha Leonardo, Maria Caridad (la abuela de El Sexto), Raúl Borges (padre de Ernesto, en la foto, preso hace 17 años), Mario Féliz Lleonart y Lia Villares.
Por: Leonardo Rodríguez Alonso
Este domingo, tres de agosto, pude hacer realidad mi sueño de ser testigo de la caminata que efectúan semanalmente esas gloriosas mujeres armadas con gladiolos: las Damas de Blanco; sí, porque ya tienen nombre propio y están en la historia furtiva de esta tiranía.
Como es habitual, todas las semanas la iglesia de Santa Rita es el escenario para pedir por la liberación de todos los presos políticos que sufren los rigores de la represión totalitaria. Allí, fuimos cuatro villaclareños para sumarnos a la campaña #TodosMarchamos, una convocatoria nacional que tiene muy preocupado al poder imperante en esta Isla.
Fue hermoso presenciar la camita de las féminas por la 5ta Avenida y su regreso al parque Mahatma Gandhi. Compartimos con familiares de presos políticos, como Raúl Borges, padre del emblemático preso político Ernesto Borges y la abuela de Danilo Maldonado (El Sexto), entre otros.
Pero el extracto de valentía es más puro cuanto más férrea es la tiranía, lo que podemos constatar todos los domingos cuando estas mujeres antes de partir para la 3ra Avenida comienzan a despojarse de todos sus atuendos: las banderas cubanas que llevan con orgullo, sus aretes, anillos, y algunas, hasta sus espejuelos.
En esta avenida las esperan las turbas castristas armadas con palos, los ojos inyectados de sangre y las fauces abiertas, propias de los más feroces depredadores de la prehistoria, pues hasta muerden a los opositores. Estos especímenes no razonan, son maquinarias manejadas por los estrategas de la Seguridad del Estado (S.E) y no es de dudar que estén depositando sustancias estimulantes en los alimentos, única razón que justifica este comportamiento irracional e inhumano.
Al llegar a la citada calle 3ra las mujeres son empujadas al interior de los ómnibus; mientras, Ernesto Borges, solo, fue escoltado por varios policías para que la turba le gritara improperios, ofensas y amenazas; una mujer trató de golpearlo con un madero.Él, por encima de esas bajezas, no sucumbió a la provocación y soportó estoicamente la pretendida humillación; fue introducido en el carro patrulla y abandonado a unas cuadras de la vivienda de Antonio González Rodiles,en donde nos describió lo acontecido.
Hay hechos que nos marcan, este domingo de agosto conocí personalmente a una joven que me impactó sobremanera: Lía Villares, una linda muchacha, tierna, «frágil», con un valor y un arrojo que me hace sentir asco de tantos fortachones vendidos al mejor postor y que hacen alardes de valentía por doquier. Lía, me demostró una vez más que la apariencias engañan cuando nos dijo: «Tomen estas tarjetas, sáquenlas de aquí, llévenselas a Rodiles, yo voy para la 3ra». Recordé a Agramonte y el rescate de Sanguily, fue el hecho más heroico de la guerra de independencia; pero Lía fue contra los molinos, caminando, despacio, sin machetes y sin armas de fuego, solo llevó una sonrisa tierna y un pecho menudo repleto de amor y como adarga un gladiolo.
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