Qué podré         decir si todo se me olvida. Nada, ni siquiera lo anterior y         tampoco         la palabra nada. De modo que llevo una carga de         grabaciones del         pasado, en lo aprendido. Como si cada átomo en mí, sin saberlo o         sin quererlo, alberga un archivo en el piloto automático. 
Cada cosa que veo o que sufro en carne propia me         proyecta al         futuro como una ecuación de tiempo. Para que exista el presente         debe         existir el pasado y el futuro, o viceversa. Están muy juntitos         los         tres. Hay en todo esto algunos códigos propios de mi         personalidad:         a) soy algo místico o metafísico, por el lado espiritual. b)         tengo         siempre encima la otra carga, la comunista, por haber sido         criado         donde el contexto político era el más importante, o casi el         único         contexto. 
 Sabemos de sobra         que son los gobernantes quienes manejan la literatura, la         educación         y por supuesto la historia que será aplicadamente leída por         niños         y estudiantes. Aún sabiéndolo se me hace difícil soltar ese fuking         arraigo por muy libre que me sienta o siquiera crea serlo. 
Lógicamente         deduzco que mi filosofar ligero lleva una mezcla social         interesante y         un variado contenido en inteligencias y realidades históricas,         que         desde la escuela -y llevadas al inconsciente más tarde en         películas         norteamericanas, en especial las de cierto didactismo         capitalista,         que hemos visto desde siempre los más jóvenes- se han         desarrollado         de manera progresiva: así como un pensamiento deviene de otro         inferior para convertirse en uno superior, la juventud cubana,         los         disidentes no tan jóvenesy los artistas de grupos         independientes, se         han vuelto un poco filósofos también. Todas estas personas         tratan         diariamente de oponerse a una fuerza mayor (dictadura actual) y         no         solo están haciendo el futuro inmediato posible para todos         nosotros         -no ya para nuestros nietos-, sino que poco a poco este puñado         de         juglares rebeldes va fluyendo, e influyendo, en este presente         interesante que vive la isla. Pudiera entonces decirse que ellos         son,         desde el underground,         lo         más legitimo de la sociedad, son la verdad de Cuba. 
Estos         representantes de lo cubano auténtico han sido Los Aldeanos,         caminando en las reproductoras portátiles y sonando alto en los         equipos caseros. Los Porno Para Ricardo con su lúdico y a la vez         descarnado punk rock. Los OMNI, esos artistas performáticos,         todos         ellos poetas, cantores, especiales como sólo ellos en su         Zonafranca.         Yoani Sánchez desde la tecnología, reluciendo el periodismo         independiente. Y las Damas de Blanco como grupo social no         gubernamental que tomara por primera vez las calles de La Habana         con         fuerte sistematicidad. Todas estas personas describen ya un         antes y         un después contestario real de quehacer social en Cuba hasta         llegar         a los proyectos más nuevos como Estado de Sats. 
Un sinfín de         jóvenes, y los ya no tanto, que con su constancia y respeto al         trabajo que hacen, nunca desaparecieron ni desaparecerán: son         parte         del AHORA de nuestra realidad de dispositivos tecnológicos, no         de TV         estatal, de los más disímiles soportes digitales que permitieron         su         inmortalidad, para que a nadie se le olvide.
¡Yo lo recuerdo         todo!
Danilo           Maldonado Machado

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