• El viernes 17          de mayo, entre nueve y diez          de la noche, fui a comprar una cerveza en G y 23 y vino un          policía, me tocó por          el hombro y me pidió documentación. Le pregunté por qué y me          dijo que yo tenía          un spray en el bolsillo. Me llevaron para la estación de Zapata          y C y un          instructor me dijo que tenía que quedarme hasta el otro día,          cuando llegara el          jefe de la unidad. Al día siguiente, hablé con el jefe de          unidad. «¿Tú eres el          que hace todo eso?», me preguntó. Le di un disco con mis          trabajos. Me sacaron y          me entraron muchas veces. El sábado me llevaron a la casa. Dos          patrullas. Un          perito me dijo que tenía que dar muestra de olor. El registro          fue con la          presidenta del CDR, otra mujer del CDR y el padre de mi mujer,          Alexandra.          Empezaron a coger mis lienzos, los sprays, mi laptop, la cámara          fotográfica,          cartulinas, discos y lienzos sin usar, todo en bolsas de nailon          que decía          «criminalística». El perito me pidió muestra de orine. Me negué.          Un policía me          faltó el respeto, me dijo: «Pinga frita». Le dije que él no me          conocía, que no          tenía ningún motivo para faltarme el respeto, que él cumplía          órdenes y que yo          no entendía por qué me faltaba el respeto. No les di muestra de          orine. A las          doce de la noche volvieron a sacarme y me subieron a la oficina.          Ya no estaba          el jefe de unidad. Estaba una mujer que se comportó con muy poco          respeto. Todas          mis pertenencias estaban sobre una mesa, regadas, todo revuelto.          Me confiscaron          tres piezas (una que decía «Abajo Castro») que habían estado en          la exposición          que no se pudo hacer en casa de Gorki. Me llevaron a la          medianoche en una          patrulla para la casa. Se quedaron con diecisiete sprays, cuatro          laticas de          pintura de aceite. Me devolvieron los discos nuevos, unas          tarjetas de          presentación, el laptop, la cámara fotográfica, las cartulinas,          los lienzos. Se          quedaron con las plantillas (que habían trabajado durísimo de          verdad).
  • Dos          días después, comencé un proceso legal con un abogado para que          me devuelvan lo          que me quitaron. Cuando entraron en la casa y requisaron las          cosas no me dieron          una copia de lo que ocuparon en ese momento. Entonces, ¿por qué          me devolvieron          algunas obras sí y otras no, según el acta de ocupación que me          dieron al final,          no en el momento del registro? ¿Y por qué se quedaron con los          sprays que yo          compré en tiendas del estado? Hicieron lo que les dio la gana,          violaron muchas          cosas. No me digan que soy un desocupado. Soy artista, aunque no          sea artista de          los tuyos. No estoy para alabar a ningún dios supermán. Uno          puede criticar y          decir lo que quiera. Tú no estás hablando de ninguna revolución,          sino de una          falange que adora a la F de Fidel. Es ilegal que yo pinte las          paredes, pero no          que tú pongas «Viva Fidel» o «En línea con Fidel». Conmigo no          cuentan para          decir eso. ¿Por qué yo tengo que contar con ustedes para decir          nada? ¿Por qué          me vas a pasar por arriba? Voy a reclamar mis obras, porque no          son veneno y yo          no maté a nadie. Yo soy una persona honrada, vivo de mi trabajo          y mi mujer está          embarazada. Yo no te cuestiono que tú seas policías. De hecho,          lo que más aval          me da es eso que tú haces, que confirma que estoy haciendo bien          mi trabajo. Qué          ironía.
  • A          mi abogado le dijeron que me abrieron un expediente. Preguntamos          de qué se me          acusaba, pero dijeron que no podían decirme, que era un proceso          secreto. Les          pregunté, pero lo único que me dijeron es que «próximamente» me          informarían de          qué se me acusaba. Me dijeron que a mí me hicieron una acusación          y que yo no          quise firmar. Hicimos las cartas y las entregamos en los lugares          correspondientes. En el departamento de Atención a la          Ciudadanía, en la          dirección de la PNR, un teniente coronel me dio muy buen trato.          Me pidió que          detallara todo lo que pasó, me explicó cómo hacerlo y me dijo          que antes de          sesenta días me llamarían.

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