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martes, 7 de julio de 2015

El desierto


Cada domingo el susto... y el susto fue. Primero verlo irse por toda 1ra parada en el centro de la calle y percatarme que lo seguía un carro blanco lentamente, al rato llamar a Moya al parque Gandhi... 

No, no ha llegado... esperemos un poco más y yo, no Moya, estoy segura lo arrestaron, iba siguiéndolo un carro blanco... a partir de ahí, las horas que no pasan, ya sabes que todos fueron arrestados al salir del parque pero no saber nada de él... 

Controlar la mente que te mete en los pensamientos más oscuros, controlar al corazón que a ratos se desboca... 

Sobre las cinco de la tarde la llamada de Boris Gozález que acaban de soltarlo que es de los primeros y que Escovedo le dijo haber visto a Antonio con la camisa ensangrentada en el Vivac y ahí ya las manos frías, mi suegra preguntando y yo no sé nada aún Gladys, no puedo decirle. Ella en su silla rezando, con esa ecuanimidad que dan los años, con esa fuerza que tiene tan tremenda. llamo una y otra vez a Escovedo, apagado, llamo a Moya: apagado, llamo a otros activistas, no vieron a Antonio?

Recuerdo la tatagua grande la noche anterior revoloteando en el cuarto, mi abuela siempre decía era un mal presagio... sujeto de nuevo la angustia... al caer la tarde el timbre de la puerta... tocado por esa manera que conozco..es el!! corro, abro y no puedo ni tocarlo, trata de abrazarme, calma, calma... solo llorar desde mi corazón, desde mi rabia, un llanto viejo, acumulado, de mucha gente...

Sepan canallas, no nos vamos a ir, Borges dijo algo así... si la sed va a abrazarme, que me abrace...

Ailer González Mena

El desierto


Antes de entrar en el desierto,
los soldados bebieron largamente el agua de la cisterna.



Hierocles derramó en la tierra
el agua de su cántaro y dijo:
"Si hemos de entrar en el desierto
ya estoy en el desierto.
Si la sed va a abrazarme,
que ya me abrace".
Ésta es una parábola.



Antes de hundirme en el infierno,
los lictores del Dios,
me permitieron que mirara una rosa.
Esa rosa es ahora mi tormento
en el oscuro reino.



A un hombre lo dejó una mujer.
Resolvieron mentir un último encuentro.
El hombre dijo: 
"Si debo entrar en la soledad, 
ya estoy solo.
Si la sed va a abrazarme, 
que ya me abrace".
Ésta es una parábola.



Nadie en la tierra tiene el valor de ser ese hombre.


Jorge Luis Borges


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